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Cuando el 3D era el futuro del cine y la televisión (pero James Cameron nos mintió)

Si te has comprado una televisión en 3D, sabes de qué hablamos

Cuando el 3D era el futuro del cine y la televisión (pero James Cameron nos mintió)
Randy Meeks

Randy Meeks

  • 10 de marzo de 2025
  • Actualizado: 11 de marzo de 2025, 9:27
Cuando el 3D era el futuro del cine y la televisión (pero James Cameron nos mintió)

Muchos creen que sí, pero Avatar no inventó nada. De hecho, la primera película en 3D de la historia del cine es de 1914, aunque Niagara Falls está totalmente perdida. Hasta que dieron con el formato perfecto, en Hollywood hicieron varias pruebas cogiendo, quitando y modificando: antes de que llegara el color o el sonido, ya existieron las 3D gracias a películas como The power of love, de 1922, que permitía elegir uno u otro final según el cristal con el que miraras. Sin embargo, nunca pasaron de la invención de feria hasta que, en los años 50, se convirtió en el mejor antídoto contra el poder de la televisión. Y no, James Cameron todavía no tenía nada que decir aquí.

Del 3D a Avatar

Entre 1953 y 1955 se estrenaron un centenar de películas en tres dimensiones, ya fuera de monstruos de Universal, de aventuras (Raza de violencia, Jesse James contra los Dalton) o de catástrofes. Todo valía a la hora de reinventar el cine y protegerlo contra la malvada Caja Tonta, hasta el punto en que el mismísimo Alfred Hitchcock hizo una película en 3D (Crimen Perfecto, sin demasiado éxito). Sin embargo, el público que lo acogió con fervor al principio acabó harto de tener que ponerse las famosas gafas de dos colores, y la bestia del 3D pasó a mejor vida…

Hasta los años 80, claro. En una época como esta, repleta de kitsch, juventud y novedades de color chillón, ¿cómo iban a faltar las gafas 3D? Después del éxito de Viernes 13, parte III, donde el espectador podía ver el cuchillo llegando hasta él, todo el mundo se lanzó a convertir sus películas a las tres dimensiones, anunciándolo en el cartel con un distintivo más grande que el título de la propia cinta. Cutreríos como Amityville 3-D, Tiburón 3-D, Pesadilla en Elm Street 6: La muerte de Freddy, Metalstorm, Spacehunter o Hyperspace hicieron que el público uniera el sistema con lo barato… pero divertido.

A tanto llegó el fanatismo por las tres dimensiones que incluso en Francia hicieron que, para disfrutar de la cuarta parte de la erótica saga Emmanuelle, uno tuviera que ponerse las famosas gafas rojas y azules. El truco se volvió a gastar y a inicios de los 90 ya solo se utilizó para promocionar las nuevas pantallas IMAX y experimentos como el de Spy Kids 3D, en el que un letrero indicaba cuándo debíamos ponernos las gafas, o The Polar Express. Pero entonces llegó James Cameron.

Mejor que el 2D, peor que el 5D

Puede que en los 50 y en los 80 hubiera un boom de las películas en tres dimensiones, pero nada nos podía preparar para lo que se venía tras el estreno de Avatar: la película más taquillera de la historia del cine hizo que los cines tuvieran que adaptarse para el futuro, las tres dimensiones, esta vez un sistema mucho más preciso y que se veía a través de unas gafas -todo sea dicho- mucho menos icónicas. A partir de 2009, nadie dejó pasar su oportunidad de lanzar su película, fuera la que fuera, convertida al sistema 3D. Rodadas así desde el principio, y dado que incrementaba muchísimo los costes, hubo muy pocas intentonas, pero la conversión era un sistema relativamente sencillo, y quedaba aparente. ¿Cómo no intentar cavar en la cueva del oro?

Nombra una película del inicio de los 2010, la que sea: tuvo su versión 3D. Mira, te voy a dar unos pocos ejemplos que seguro que no esperabas: Furia de Titanes, StreetDance 3D, Space Chimps 2, Resident Evil: Afterlife, Jackass 3D, Battle Royale, El Oso Yogui, Los viajes de Gulliver, conciertos de Justin Bieber, Katy Perry o Glee, Torrente 4, Thor, Green Lantern, Destino Final 5, Ghost Rider 2, Abraham Lincoln: Vampire Hunter o La vida de Pi son solo algunas de las cientos y cientos de producciones de todo el mundo que se subieron al carro. Y, a veces, hasta triunfaron.

No solo fue cosa del cine: las televisiones en 3D también empezaron a proliferar, con las marcas afirmando que eran el futuro también de la tele. Aún nadie emitía en 3D, pero sí podías comprarte películas especiales para ver con sus gafas correspondientes. Y, por supuesto, no podemos olvidar la Nintendo 3DS, que en 2011 trató de subirse al carro mientras aún funcionaba. Pero poco a poco, y de manera inevitable, tras la novedad, las ganas de marearse del público fueron cayendo en picado, y para 2019 el sistema ya significaba muy poco, lanzándose exclusivamente para aprovechar los sistemas de los cines o el renovado IMAX.

¿Y ahora, qué? Tras el lanzamiento de Avatar: El camino del agua y la futura tercera parte, parece claro que James Cameron ha encontrado el lugar exacto en el que dar al público para que se lance a ver películas en 3D. Pero él, y solo él. En 2024, tan solo se estrenaron 12 películas estadounidenses así, y la mayoría con la excusa del IMAX (el nuevo gran salvador del cine en salas, pero esa es otra historia). De esas 12, solo 4 no eran de animación, dejando ver claramente que la tendencia está rota y solo es un juguete para los más pequeños. Al público, después de todo, no le interesaban tanto las tres dimensiones.

O, quién sabe, quizá en el 2051 alguien vuelva a descubrirla y a causar otro fenómeno que dure unos años más. Mientras tanto, todos nos hemos olvidado de su existencia, salvo cuando llega el momento de ir al cine en Navidad y acordarnos de lo molesto que era ponerse las gafas y aguantar con ellas tres horas de muñecos pegando saltos. James Cameron nos engañó a todos con un sistema de hace más de un siglo y, francamente, ya va siendo hora de decirlo. Y sí, si tienes una televisión en 3D sabes perfectamente de lo que hablo. Y sé que todavía duele.

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